Hace 40 años, Jenny Holzer (Ohio, 1950) empezó a exponer sus Truismos en Nueva York . No lo hizo en una galería, mucho menos en un museo. Su espacio era público. Los situacionistas franceses habían llevado sus lemas a la calle y en su ciudad de acogida los pioneros del graffiti empezaban a adueñarse de los vagones del metro. Holzer imprimió sus frases, reflexivas y provocadoras, en carteles que pegaba, con nocturnidad y alevosía, en las calles neoyorquinas. Desde entonces, sus aforismos se han impreso sobre toda clase de superficies, desde bancos de piedra, sólidos e inmóviles, a leds parpadeantes y efímeros. Pero lo que sigue naciendo de su lápiz no ha cambiado: la palabra escrita, la comunicación a través del lenguaje, se mantiene en la esencia de su creación. Una selección de esa trayectoria de cuatro décadas, más varias obras nuevas, es la propuesta de Lo indescriptible , la muestra que el Guggenheim de Bilbao , con el patrocinio de la...